En el año 2000, yo tenía once años y durante meses me obsesioné con una historia que no dejaba de salir por televisión: dos adolescentes de dieciséis y diecesiete años —Iria Suárez y Raquel Carlés— habían asesinado a puñaladas a una compañera de instituto, Klara García, de dieciséis, en San Fernando, Cádiz. Los medios bautizaron a las asesinas como “las brujas de San Fernando”. Ambas eran góticas, aficionadas al tarot, tenían una
Matar por matar ⚰️
Matar por matar ⚰️
Matar por matar ⚰️
En el año 2000, yo tenía once años y durante meses me obsesioné con una historia que no dejaba de salir por televisión: dos adolescentes de dieciséis y diecesiete años —Iria Suárez y Raquel Carlés— habían asesinado a puñaladas a una compañera de instituto, Klara García, de dieciséis, en San Fernando, Cádiz. Los medios bautizaron a las asesinas como “las brujas de San Fernando”. Ambas eran góticas, aficionadas al tarot, tenían una