Hace algunos años, escribĂ un artĂculo titulado â13 motivos para dejar esa moda de envejecerâ, que incluĂa razonamientos tan contundentes como: âsi decides envejecer debes hacerlo con responsabilidad porque, al final, si envejeces mucho te mueres, lo dicen 10 de cada 10 mĂ©dicosâ. El artĂculo, como ya habrĂ©is adivinado, pretendĂa satirizar a todos esos medios que ejercen una enorme presiĂłn sobre el fĂsico de la mujeres. El problema es que Internet y el sarcasmo no son un matrimonio bien avenido y, aunque muchas mujeres pillaron el tono, otras tantas pronto viajaron hasta nuestra secciĂłn de comentarios a preguntarnos que cĂłmo podĂamos haber publicado un artĂculo tan machista y decirnos ya tenĂamos unas cuantas seguidoras menos.
Las seguidoras que sĂ habĂan entendido la broma pronto empezaron a reĂrse de las que no, provocando un choque en el que, ya sĂ, era imposible llegar a un entendimiento. Mi reacciĂłn en aquella Ă©poca tambiĂ©n fue la de reĂrme de aquellas que no habĂan entendido el chiste aunque, por supuesto, siguiendo la primera regla del periodista digital que reza que jamĂĄs debes comentar en la secciĂłn de comentarios de tus propios artĂculos, nunca lo hice en pĂșblico. A dĂa de hoy, pienso que estaba equivocada. SĂ, es cierto que ningĂșn medio ha escrito un artĂculo abiertamente en contra âde envejecerâ, pero sĂ han escrito mucho sobre quĂ© hacer con esa cosa indeterminada y molesta a la que denominan âla edadâ. âRazones por las que las mujeres no deberĂan envejecerâ no era un artĂculo real, pero ârazones por las que deberĂas teñirte las canasâ, âa quĂ© edad deberĂas empezar a usar Botoxâ, âcremas antiedad que deberĂas usar a partir de los treintaâ o â10 famosas que envejecieron malâ, por desgracia, sĂ lo son: Âżera tan descabellado que un medio fuese un poquito mĂĄs directo que el resto?
âA veces salgo a comer con mis chicas. Supongo que quiero decir mis amigas. Ya no somos ningunas chicas y llevamos sin serlo cuarenta años. A lo que iba, a veces salgo a comer con ellas y miro alrededor y me doy cuenta de que todas llevamos jerseys de cuello alto. A veces, en vez de eso, llevamos fulares, como Katherine Hepburn en âEl estanque doradoâ. Es un poco gracioso y un poco triste; no somos neurĂłticas con el tema de la edadâ ninguna de nosotras miente sobre la edad que tiene, por ejemplo, ninguna de nosotras se viste de una forma inapropiada para sus años. Todas estamos bien para la edad que tenemos. Excepto por nuestros cuellosâ, escribe Nora Ephron en la maravillosa colecciĂłn de ensayos âI feel bad about my neckâ, traducido al castellano como âEl cuello no engaña y otras reflexiones sobre ser mujerâ. Y continĂșa: âPuedes ponerte maquillaje en la cara y corrector debajo de tus ojos, puedes inyectarte BĂłtox y ĂĄcido hialurĂłnico en tus arrugas y pliegues, pero no hay una sola cosa que puedas hacer con tu cuello. El cuello es delator. Nuestras caras son mentiras y nuestro cuello es la verdad. Puedes cortar un ĂĄrbol por la mitad para saber quĂ© edad tiene, pero no tendrĂas que hacerlo si el ĂĄrbol tuviera cuelloâ.
Yo, que me considero una mujer moderna, feminista y empoderada, una nieta de Mary Wollstonecraft y de Virginia Woolf, me descubro a veces mirĂĄndome en el espejo aplicando un juicio demencial. Me cojo un cabello con la maestrĂa de un cirujano para determinar si ese pelo es rubio o blanco, me observo la frente haciendo todo tipo de muecas para comprobar quĂ© expresiones faciales son mĂĄs propensas a marcarme esas tres arrugas, me gasto un pastizal en cremas para el rostro que luego me aplico bajo el falso ritual del âautocuidadoâ, pero sĂ© que no es solo âautocuidadoâ. DespuĂ©s me siento idiota, claro estĂĄ, porque sĂ© de dĂłnde viene todo esto y me doy cuenta de que, como yo, muchĂsimas mujeres nos preocupamos en exceso por cosas que, ya lo sabemos, no deberĂan preocuparnos en exceso. Y todavĂa tengo un cuello estupendo.
Cuenta Nora Ephron que le pidieron un artĂculo sobre la edad para un nĂșmero centrado en el tema en una revista: la pieza es demoledora. Ephron, que acababa de cumplir sesenta años y habĂa perdido a su mejor amiga un año antes, no se sentĂa con fuerzas para escribir la tĂpica pieza optimista sobre los beneficios de cumplir años: âLa realidad es que es triste tener mĂĄs de sesenta años. Las sombras alargadas estĂĄn por todas partesâ amigos muriendo o luchando contra enfermedades. Se instala sobre ti una especie de melancolĂa, forzĂĄndote a lidiar con el hecho de que tu vida, por muy feliz y exitosa que haya sido, tambiĂ©n ha estado llena de decepciones y errores, grandes y pequeños. Hay sueños que nunca cumplirĂĄs, ambiciones que nunca llegarĂĄn a realizarse. Hay, en resumidas cuentas, arrepentimientos. Edith Piaf se hizo famosa por cantar una canciĂłn titulada âNo, no me arrepiento de nadaâ. Es una buena canciĂłn. SĂ© lo que quiere decir. Al final, todos mis errores se convirtieron en cosas a las que he sobrevivido o que convertĂ en historias divertidas, a veces incluso hice dinero a costa de ellos. Pero lo cierto es que yo me arrepiento un poquitĂnâ. Nora Ephron se arrepentĂa por ejemplo, de no haber ido siempre en bikini desde los 26 hasta los 34 años.
En el momento en el que os llegue esta carta estarĂ© a un dĂa de cumplir 33 años: esto me deja un año de margen, como mĂnimo, para salir siempre a la calle en bikini. Y me doy cuenta de que, como a Ephron, lo que me preocupa no es dejar de resultarle atractiva a Leonardo Dicaprio, sino todas esas cosas relacionadas con âla edadâ que no son ni la celulitis, ni las arrugas, ni las canas. Me preocupa que mis padres se hagan mayores. Me preocupa no ver a mis amigos tanto como me gustarĂa. Me preocupa que mi cuerpo empiece a crujir por sitios donde antes no crujĂa y necesite las manos de un fisioterapeuta una vez al mes. Me preocupa no tener espacio para hacer todas las cosas que algĂșn dĂa quiero hacer pero que siempre tengo que posponer por falta de tiempo, de dinero o de fuerzas. Me preocupa despertar un dĂa dentro de mucho tiempo, escuchar esa canciĂłn de Edith Piaf y no sentir que la letra vaya conmigo.
âÂżY quĂ© hacemos con eso?â, se pregunta Ephron en el Ășltimo ensayo del libro, âno tengo ni idea. Espero que eso quede claro. En unos minutos habrĂ© terminado esta pieza y volverĂ© a la vida misma. Las ardillas han hecho un agujero en el tejado y no tenemos muy claro quĂ© hacer con eso. Pronto lloverĂĄ, asĂ que deberĂamos meter los cojines dentro de casa. Necesito aceite de baño. Y eso me recuerda algo que os querĂa decir sobre el aceite de baño. Uso un aceite de baño que amo por encima de todas las cosas. Cuesta alrededor de veinte dĂłlares el frasco, lo que te da para aproximadamente veinte baños si sigues las instrucciones. Las instrucciones dicen un tapĂłn por baño. Pero un tapĂłn por baño no es suficiente. Esto lo descubrĂ hace muchĂsimo tiempo. Pero si los acontecimientos de los Ășltimos años me han enseñado algo, es que me voy a sentir como una imbĂ©cil si me muero mañana y he racaneado con el aceite de baño hoy. AsĂ que uso un montĂłn de aceite de baño. MĂĄs del que podrĂas imaginar. Y gracias a eso, estoy tan suave como la seda. Voy a comprar mĂĄs aceite ahora mismo. AdiĂłsâ.
Nora Ephron muriĂł, imagino que increĂblemente suave e hidratada, en el año 2012, dejĂĄndonos como herencia algunas de las mejores comedias romĂĄnticas jamĂĄs escritas y un buen puñado de perlas de sabidurĂa en sus ensayos y novelas. QuizĂĄs mi favorita es precisamente esta: si te vas a morir mañana, no te gustarĂa haber racaneado en aceite de baño hoy. O lo que es lo mismo: disfruta mĂĄs y piensa menos. Compra esa crema cara, la gente nunca sabrĂĄn si lo haces por vanidad o autocuidado. Al final a nadie le importa y tampoco es necesario dar explicaciones. Y ponte ese bikini: uno de mis grandes descubrimientos pasados los 30 es que en tus fotos del año pasado siempre te ves mucho mejor que en las de ayer.
Feliz lectura.
La frase
âCualquier cosa que crees que estĂĄ mal con tu cuerpo a los treinta y cinco te darĂĄ nostalgia a partir de los cuarenta y cincoâ.
Pues eso, queridas.
El maridaje
Resulta que Disney+ ha subido todas las temporadas de âLas chicas de oroâ y yo me la estoy gozando por primera vez. QuĂ© magia. Es una serie divertidĂsima e increĂblemente moderna, que pasarĂa cualquier test feminista que se le pusiera por delante y, ademĂĄs, te da siempre calor al corazoncito. Y, lo mĂĄs importante, es que sin darse importancia consigue mostrar al mismo tiempo una realidad y una alternativa: que las mujeres de mĂĄs se sesenta años existen y que la amistad es el mejor antĂdoto contra lo que nos venga por delante.
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