Massolit 101

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Envejecer đŸ‘”

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Envejecer đŸ‘”

Beatriz Serrano
Feb 6, 2022
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Hace algunos años, escribĂ­ un artĂ­culo titulado “13 motivos para dejar esa moda de envejecer”, que incluĂ­a razonamientos tan contundentes como: “si decides envejecer debes hacerlo con responsabilidad porque, al final, si envejeces mucho te mueres, lo dicen 10 de cada 10 mĂ©dicos”. El artĂ­culo, como ya habrĂ©is adivinado, pretendĂ­a satirizar a todos esos medios que ejercen una enorme presiĂłn sobre el fĂ­sico de la mujeres. El problema es que Internet y el sarcasmo no son un matrimonio bien avenido y, aunque muchas mujeres pillaron el tono, otras tantas pronto viajaron hasta nuestra secciĂłn de comentarios a preguntarnos que cĂłmo podĂ­amos haber publicado un artĂ­culo tan machista y decirnos ya tenĂ­amos unas cuantas seguidoras menos.

Las seguidoras que sĂ­ habĂ­an entendido la broma pronto empezaron a reĂ­rse de las que no, provocando un choque en el que, ya sĂ­, era imposible llegar a un entendimiento. Mi reacciĂłn en aquella Ă©poca tambiĂ©n fue la de reĂ­rme de aquellas que no habĂ­an entendido el chiste aunque, por supuesto, siguiendo la primera regla del periodista digital que reza que jamĂĄs debes comentar en la secciĂłn de comentarios de tus propios artĂ­culos, nunca lo hice en pĂșblico. A dĂ­a de hoy, pienso que estaba equivocada. SĂ­, es cierto que ningĂșn medio ha escrito un artĂ­culo abiertamente en contra “de envejecer”, pero sĂ­ han escrito mucho sobre quĂ© hacer con esa cosa indeterminada y molesta a la que denominan “la edad”. “Razones por las que las mujeres no deberĂ­an envejecer” no era un artĂ­culo real, pero “razones por las que deberĂ­as teñirte las canas”, “a quĂ© edad deberĂ­as empezar a usar Botox”, “cremas antiedad que deberĂ­as usar a partir de los treinta” o “10 famosas que envejecieron mal”, por desgracia, sĂ­ lo son: Âżera tan descabellado que un medio fuese un poquito mĂĄs directo que el resto?

“A veces salgo a comer con mis chicas. Supongo que quiero decir mis amigas. Ya no somos ningunas chicas y llevamos sin serlo cuarenta años. A lo que iba, a veces salgo a comer con ellas y miro alrededor y me doy cuenta de que todas llevamos jerseys de cuello alto. A veces, en vez de eso, llevamos fulares, como Katherine Hepburn en ‘El estanque dorado’. Es un poco gracioso y un poco triste; no somos neurĂłticas con el tema de la edad— ninguna de nosotras miente sobre la edad que tiene, por ejemplo, ninguna de nosotras se viste de una forma inapropiada para sus años. Todas estamos bien para la edad que tenemos. Excepto por nuestros cuellos”, escribe Nora Ephron en la maravillosa colecciĂłn de ensayos ‘I feel bad about my neck’, traducido al castellano como ‘El cuello no engaña y otras reflexiones sobre ser mujer’. Y continĂșa: “Puedes ponerte maquillaje en la cara y corrector debajo de tus ojos, puedes inyectarte BĂłtox y ĂĄcido hialurĂłnico en tus arrugas y pliegues, pero no hay una sola cosa que puedas hacer con tu cuello. El cuello es delator. Nuestras caras son mentiras y nuestro cuello es la verdad. Puedes cortar un ĂĄrbol por la mitad para saber quĂ© edad tiene, pero no tendrĂ­as que hacerlo si el ĂĄrbol tuviera cuello”.

Yo, que me considero una mujer moderna, feminista y empoderada, una nieta de Mary Wollstonecraft y de Virginia Woolf, me descubro a veces mirĂĄndome en el espejo aplicando un juicio demencial. Me cojo un cabello con la maestrĂ­a de un cirujano para determinar si ese pelo es rubio o blanco, me observo la frente haciendo todo tipo de muecas para comprobar quĂ© expresiones faciales son mĂĄs propensas a marcarme esas tres arrugas, me gasto un pastizal en cremas para el rostro que luego me aplico bajo el falso ritual del “autocuidado”, pero sĂ© que no es solo “autocuidado”. DespuĂ©s me siento idiota, claro estĂĄ, porque sĂ© de dĂłnde viene todo esto y me doy cuenta de que, como yo, muchĂ­simas mujeres nos preocupamos en exceso por cosas que, ya lo sabemos, no deberĂ­an preocuparnos en exceso. Y todavĂ­a tengo un cuello estupendo.

Cuenta Nora Ephron que le pidieron un artĂ­culo sobre la edad para un nĂșmero centrado en el tema en una revista: la pieza es demoledora. Ephron, que acababa de cumplir sesenta años y habĂ­a perdido a su mejor amiga un año antes, no se sentĂ­a con fuerzas para escribir la tĂ­pica pieza optimista sobre los beneficios de cumplir años: “La realidad es que es triste tener mĂĄs de sesenta años. Las sombras alargadas estĂĄn por todas partes— amigos muriendo o luchando contra enfermedades. Se instala sobre ti una especie de melancolĂ­a, forzĂĄndote a lidiar con el hecho de que tu vida, por muy feliz y exitosa que haya sido, tambiĂ©n ha estado llena de decepciones y errores, grandes y pequeños. Hay sueños que nunca cumplirĂĄs, ambiciones que nunca llegarĂĄn a realizarse. Hay, en resumidas cuentas, arrepentimientos. Edith Piaf se hizo famosa por cantar una canciĂłn titulada ‘No, no me arrepiento de nada’. Es una buena canciĂłn. SĂ© lo que quiere decir. Al final, todos mis errores se convirtieron en cosas a las que he sobrevivido o que convertĂ­ en historias divertidas, a veces incluso hice dinero a costa de ellos. Pero lo cierto es que yo me arrepiento un poquitĂ­n”. Nora Ephron se arrepentĂ­a por ejemplo, de no haber ido siempre en bikini desde los 26 hasta los 34 años.

En el momento en el que os llegue esta carta estarĂ© a un dĂ­a de cumplir 33 años: esto me deja un año de margen, como mĂ­nimo, para salir siempre a la calle en bikini. Y me doy cuenta de que, como a Ephron, lo que me preocupa no es dejar de resultarle atractiva a Leonardo Dicaprio, sino todas esas cosas relacionadas con ‘la edad’ que no son ni la celulitis, ni las arrugas, ni las canas. Me preocupa que mis padres se hagan mayores. Me preocupa no ver a mis amigos tanto como me gustarĂ­a. Me preocupa que mi cuerpo empiece a crujir por sitios donde antes no crujĂ­a y necesite las manos de un fisioterapeuta una vez al mes. Me preocupa no tener espacio para hacer todas las cosas que algĂșn dĂ­a quiero hacer pero que siempre tengo que posponer por falta de tiempo, de dinero o de fuerzas. Me preocupa despertar un dĂ­a dentro de mucho tiempo, escuchar esa canciĂłn de Edith Piaf y no sentir que la letra vaya conmigo.

“¿Y quĂ© hacemos con eso?”, se pregunta Ephron en el Ășltimo ensayo del libro, “no tengo ni idea. Espero que eso quede claro. En unos minutos habrĂ© terminado esta pieza y volverĂ© a la vida misma. Las ardillas han hecho un agujero en el tejado y no tenemos muy claro quĂ© hacer con eso. Pronto lloverĂĄ, asĂ­ que deberĂ­amos meter los cojines dentro de casa. Necesito aceite de baño. Y eso me recuerda algo que os querĂ­a decir sobre el aceite de baño. Uso un aceite de baño que amo por encima de todas las cosas. Cuesta alrededor de veinte dĂłlares el frasco, lo que te da para aproximadamente veinte baños si sigues las instrucciones. Las instrucciones dicen un tapĂłn por baño. Pero un tapĂłn por baño no es suficiente. Esto lo descubrĂ­ hace muchĂ­simo tiempo. Pero si los acontecimientos de los Ășltimos años me han enseñado algo, es que me voy a sentir como una imbĂ©cil si me muero mañana y he racaneado con el aceite de baño hoy. AsĂ­ que uso un montĂłn de aceite de baño. MĂĄs del que podrĂ­as imaginar. Y gracias a eso, estoy tan suave como la seda. Voy a comprar mĂĄs aceite ahora mismo. AdiĂłs”.

Nora Ephron murió, imagino que increíblemente suave e hidratada, en el año 2012, dejåndonos como herencia algunas de las mejores comedias romånticas jamås escritas y un buen puñado de perlas de sabiduría en sus ensayos y novelas. Quizås mi favorita es precisamente esta: si te vas a morir mañana, no te gustaría haber racaneado en aceite de baño hoy. O lo que es lo mismo: disfruta mås y piensa menos. Compra esa crema cara, la gente nunca sabrån si lo haces por vanidad o autocuidado. Al final a nadie le importa y tampoco es necesario dar explicaciones. Y ponte ese bikini: uno de mis grandes descubrimientos pasados los 30 es que en tus fotos del año pasado siempre te ves mucho mejor que en las de ayer.

Feliz lectura.

La frase

“Cualquier cosa que crees que está mal con tu cuerpo a los treinta y cinco te dará nostalgia a partir de los cuarenta y cinco”.

Pues eso, queridas.

El maridaje

Resulta que Disney+ ha subido todas las temporadas de ‘Las chicas de oro’ y yo me la estoy gozando por primera vez. QuĂ© magia. Es una serie divertidĂ­sima e increĂ­blemente moderna, que pasarĂ­a cualquier test feminista que se le pusiera por delante y, ademĂĄs, te da siempre calor al corazoncito. Y, lo mĂĄs importante, es que sin darse importancia consigue mostrar al mismo tiempo una realidad y una alternativa: que las mujeres de mĂĄs se sesenta años existen y que la amistad es el mejor antĂ­doto contra lo que nos venga por delante.


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