El pasado 23 de diciembre mi novio tuvo que ir a urgencias. Los dos, como media España, también habíamos caído. Justo antes de Nochebuena nos convertimos en mártires febriles de la variante ómicron, sin embargo, a él, esa tos seca que todos hemos aprendido a esquivar con un pasito hacia delante en la cola del supermercado, se le había complicado y alargado más de la cuenta y su doctora decidió enviarle a urgencias “para descartar”. Y mientras yo, durante su ausencia, quizás para acallar todos esos “y si…” que, como rebozuelos tras la lluvia, brotaban por todos los recovecos de mi pensamiento, me puse a comprar de manera compulsiva plantas y macetas. Mi novio volvió sano y salvo a las cuatro horas y media, cuando yo ya me había gastado 130 euros. No me quiero ni imaginar en qué hubiese quedado mi cuenta corriente si mi chico hubiese pasado la noche en el hospital.
Cómo hacer hogar 🏠
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El pasado 23 de diciembre mi novio tuvo que ir a urgencias. Los dos, como media España, también habíamos caído. Justo antes de Nochebuena nos convertimos en mártires febriles de la variante ómicron, sin embargo, a él, esa tos seca que todos hemos aprendido a esquivar con un pasito hacia delante en la cola del supermercado, se le había complicado y alargado más de la cuenta y su doctora decidió enviarle a urgencias “para descartar”. Y mientras yo, durante su ausencia, quizás para acallar todos esos “y si…” que, como rebozuelos tras la lluvia, brotaban por todos los recovecos de mi pensamiento, me puse a comprar de manera compulsiva plantas y macetas. Mi novio volvió sano y salvo a las cuatro horas y media, cuando yo ya me había gastado 130 euros. No me quiero ni imaginar en qué hubiese quedado mi cuenta corriente si mi chico hubiese pasado la noche en el hospital.